Fray José María Arévalo Claro, O. P.
Homenaje Póstumo

Por Fray Campo Elías Claro Carrascal, O. P.


 

PLAYERO Y SACERDOTE DE LA ORDEN DE PREDICADORES
29 de agosto de 1923 La Playa de Belén - 1° de agosto de 1971

CON LÁGRIMAS Y CON AMOR

Pocos meses hace que recibí el último libro, escrito en Lima (Perú), 336 páginas de historia dominicana, "visión histórica" de la Orden en aquella república, con esta dedicatoria: "Al R.P. Fray Campo E. Claro C. Ofrezco estas páginas escritas con amor y lágrimas. Fr. J.M. Arévalo C., O.P."

Hoy también yo, al expresar mi dolor y mi pena por su inesperada desaparición de este valle hondo y oscuro en que vivimos, bien puedo decir que escribo estas líneas "con amor y lágrimas," con el corazón lacerado por la partida del familiar y del sacerdote que ya está en los misterios de la insondable eternidad.

LLEGA LA MUERTE EN LA NOCHE COMO UN LADRÓN

1° de agosto, domingo, año de 1971. En la Parroquia de "El Batán," sobre la autopista del Norte de Bogotá, ejerce el misterio sacerdotal el P. Arévalo obedeciendo las órdenes de sus Superiores Dominicos y en reemplazo del propio Párroco en viaje por Europa.

Celebra las misas de rigor, administra los sacramentos. La euforia lo acompaña más que nunca. Asiste a los deportes del Estadio. Celebra a las 7 p.m. y predica con emoción singular sobre los misterios de la muerte y la vanidad de las riquezas y la vaciedad de todas nuestras ilusiones y de todos nuestros proyectos.

A eso de las nueve de la noche, tranquilo y sin denotar dolencia alguna grave, se retira a su cuarto.

¿Que pasó después? No sabemos nada con certeza. En esa noche del domingo entregó su alma a su Creador y Padre Celestial, fulminado letalmente por un infarto cardíaco. En las primeras horas del 2 de agosto ante el silencio que se cernía sobre su habitación, las personas de la Casa Cural que lo acompañaban procedieron a abrir la puerta y lo hallaron ya frío y rígido bajo la zarpa implacable de la muerte. La luz estaba prendida. Un Rosario estaba entre sus manos. No murió solo, aunque ningún ser querido de la tierra se encontró a su lado.

Lo creo, y tal es mi confianza absoluta, que, Dios preparó su alma para ese paso definitivo. Que el Dios de su bautismo, que el Dios de su Profesión Religiosa, que el Dios de su sacerdocio, de toda su vida cristiana, religiosa y sacerdotal, estuvo a su lado e iluminó sus últimos momentos con su amor y su misericordia infinitos. Allí también estuvo sin duda alguna la Madre de Dios y de los hombres y endulzó sus últimos instantes y auxilió con su protección poderosa al hijo que entraba por los senderos de la eternidad, y que muchas veces en la vida y con más ahinco en la hora suprema, la invocaba: "Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte," ...

"Madre de Misericordia... vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este destierro, muéstranos a Jesús, Fruto Bendito de tu vientre. ¡Oh Clemente! ¡Oh Piadosa! Oh Dulce siempre Virgen María!"

ESTÉMOS PREPARADOS Y VIGILEMOS

Sé de fuente segura que el P. Arévalo se había confesado ocho días antes de su muerte en el Convento de Santo Domingo.

Además, su último Rosario rezado en la tierra, las santas Misas que celebró el domingo último con sus reflexiones sobre lo fugaz y deleznable, de la vida, sobre la certeza y la incertidumbre de la muerte, sobre la "vaciedad sin sentido" de la existencia humana y ese "todo es vaciedad" del Eclesiastés, sin el amor de Dios, sin la amistad divina, todo esto y otras cosas que nosotros no conocemos, seguramente lo prepararon próximamente para llegar a la Casa del Padre de las misericordias y penetrar en los palacios de la felicidad eterna.

A los que quedamos se nos dirigen una vez más las frases admonitorias del Evangelio:

"Estad preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del Hombre" (Mt 24,44).
"Velad, porque no sabéis ni el día ni la hora" (Mt 25).

Y cada uno de nosotros, los familiares del P. Arévalo en primer lugar, no dejemos caer de la memoria este pensamiento de José María Escribá en "Camino":

"No tengas miedo a la muerte. Acéptala desde ahora, generosamente... cuando Dios quiera... como Dios quiera... donde Dios quiera! No lo dudes: vendrá en el tiempo, en el lugar y del modo que más convenga... enviada por tu Padre-Dios! Bienvenida sea nuestra hermana la muerte!"
"Mi muerte puede estar cerca. Y si la lámpara está vacía..." (Juan XXIII).

"El último día de nuestra vida terrena -que será también el primero de nuestra eternidad- será para nosotros dulce y conmovedor recurrir a una Madre tan misericordiosa y tenerla cerca en aquella hora solemne". S.S. JUAN XXIII

LA PRIMERA MISA CONCELEBRADA POR SU ALMA

Su cuerpo embalsamado fue velado en la cripta del templo de Ntra. Sra. del Rosario de Chiquinquirá (Bogotá), desde la tarde del 2 hasta el 3 de agosto a las 12 m.

Grupos incontables de Religiosos Dominicos, de personas amigas de la ciudad, de playeros, ocañeros y de otras partes, hicieron guardia dolorida y cariñosa al pie del féretro.

A las 6 p.m., frente al féretro, se realizó la primera Concelebrada en la cripta: M.R.P. Provincial Fr. J. de J. Farías, M.R.P. Prior de Sto. Domingo Marco A. Peña y R.P. Campo E. Claro C.

La segunda fue a las 8.30 a.m. del 3 en el bello templo de Ntra. Señora de Chiquinquirá. Presidió el R.P. Ismael Arévalo, su hermano. Concelebraron 20 sacerdotes Dominicos, entre ellos los RR.PP. Provincial, Peña (Superior de Sto. Domingo) y los primos Campo E. Y Domingo Claro. Toda la Comunidad de Sto. Domingo estuvo en este acto solemne por el eterno descanso del extinto. El Padre Peña predicó la homilía y realzó los vínculos de fraternidad que unen a los Religiosos y que se manifiestan especialmente en los trances de dolor y de angustia y en una fuerte solidaridad de oraciones y de generosa ayuda espiritual y moral.

EN AVIONETA "TAC" HASTA OCAÑA

Por exigencia cariñosa de sus familiares y asentimiento generoso del M.R.P. Provincial y del Superior del Convento de Sto. Domingo (M.A. Peña), el cadáver fue trasladado en avioneta a Ocaña el 3 de agosto a las 12 m.

En este vuelo fúnebre fuimos pasajeros y acompañantes doloridos los RR.PP. Dominicos Marco A. Peña, Ismael Arévalo, Domingo y Campo E. Claro, quien hace 31 años fue el instrumento de Dios para el ingreso del P. José María Arévalo a la Orden Dominicana.

A la 1.30 p.m. arribamos a Ocaña. Familiares y amigos transportamos en carro funeral los despojos mortales del P. Arévalo desde la ciudad de los Caro a la población de los Estoraques, La Playa de Belén, a donde llegamos a eso de las 3 de la tarde.

Este día en la noche, a las 7, hubo en Ocaña la tercera Concelebrada por el alma del P. Arévalo, en que participaron 35 sacerdotes diocesanos que estaban en ejercicio bajo la presidencia del Exmo. Sr. Obispo Rafael Sarmiento Peralta. Y en La Playa, ante el féretro colocado en la sala de recibo de la familia Arévalo, los Padres Dominicos cantaron parte del Oficio de Difuntos como lo hizo de todo el Oficio la Comunidad en pleno de Bogotá en la noche del 2 de agosto.

CULMINACIÓN DE UN CENTENARIO SUMIDOS EN EL DOLOR

Miércoles, 4 de agosto de 1971. Fiesta del Fundador y culminación de los homenajes mundiales en el VIII Centenario del nacimiento de Santo Domingo de Guzmán.

En 1970, desde Lima, el P. Arévalo había dedicado su libro sobre "Los Dominicos en el Perú" al Fundador de la Orden de Predicadores. Al culminar los festejos centenarios estaba allí, en su propio pueblo natal, durmiendo el sueño de la muerte, mientras que nosotros, a las 9.30 a.m. de aquel día solemnísimo del mundo dominicano, concelebrabamos la Cuarta Misa por nuestro hermano en el sacerdocio y nuestro primo en la sangre. Fue el homenaje doliente y resignado y de fe, esperanza y amor sobrenaturales de una familia que entre lágrimas exaltó la grandeza de Domingo de Guzmán y dio gracias al cielo porque su hijo dominico murió sacerdote y religioso.

Celebramos de blanco. Presidió el M.R.P. Marco A. Peña, Prior de Sto. Domingo de Bogotá, quien derramó sobre los corazones transidos de dolor el bálsamo y el ungüento de los consuelos celestiales. A instancias del propio Padre Prior, hablamos en seguida de los RR.PP. Domingo Claro, César Contreras (Párroco de La Playa y graduado en la Universidad de Santo Tomás de Roma), Campo Elías Claro e Ismael Arévalo. Todos dictamos nuestra breve lección de fe y de alivio en la tragedia que vivíamos, pensando en los misterios de la redención que son luz y orientación de todos los cristianos y de todas las circunstancias de la vida.

Al que esto escribe cupo en suerte leer parte de la secuencia (himno) de Nuestro Padre Domingo en su fiesta y entre lágrimas decir:

"Buen Pastor, Maestro y Guía de la grey que en ti confía! Con solícito clamor en la Corte del Rey Santo haz que suba nuestro llanto hasta el trono del Señor!" Y terminé mi intervención con las palabras del "O Spem Miram" que todos repitieron: Oh admirable esperanza la que diste en la hora de la muerte a los que te lloraban, prometiéndoles que, después de tu tránsito, vendrías en ayuda de los hermanos! Cumple, oh Padre Domingo, lo que prometiste socorriéndonos con tus plegarias. Tú que resplandeciste con tantos milagros curando los cuerpos enfermos, por la virtud de Cristo sana las dolencias de nuestras almas."

El P. Ismael Arévalo al final de estos momentos de la Liturgia de la Palabra entabló con su hermano yacente una especie de diálogo o monólogo inmensamente dramático al par que expresión elocuentísima de su alma sacerdotal que quiere permanecer fiel a su vocación de dominico y sacerdote, siguiendo la consigna del profeta Isaías "Stemus simul", Estemos juntos, como lo estuvimos en el ayer, en este ahora doloroso, en el porvenir, en la muerte y en la eternidad, por Dios y para Dios, con la misma fe, la misma esperanza y el mismo amor eterno.

Los asistentes recibieron la Eucaristía bajo las dos especies, y al terminar el santo Sacrificio había como un rayo de luz sobrenatural y de esperanzas ultraterrenas en cada alma y en cada corazón.

LA QUINTA MISA CONCELEBRADA Y FUNERALES EN LA TARDE

Tarde del 4 de agosto. En sus primeras horas hubo un sentido homenaje oficial en el Consejo del pueblo en honor del P. José María Arévalo, con discurso del Sr. Alcalde Jorge Ortega y acuerdo de condolencia.

Un poco antes de las 4 p.m. los familiares del P. Arévalo se despidieron con impresionante emoción de su ser querido. Sus propios hermanos trasladaron el ataúd a la iglesia parroquial, presidiendo el cortejo fúnebre los ocho sacerdotes asistentes y una gran muchedumbre silenciosa que oía con lágrimas en los ojos el canto de los salmos de las Dominicas de la Presentación.

Ya en el templo parroquial, verificóse la Quinta Misa Concelebrada y los Oficios Fúnebres. Presidió el R.P. Ismael Arévalo. Concelebramos con él los Presbíteros César Contreras (Párroco de La Playa), Roberto Claro Arévalo, Alcides Velásquez Claro, Alejandrino Pérez Amaya, José de Jesús Claro Ovallos, Ramón Carrascal Arévalo (estos cinco sacerdotes playeros) y su primo Campo Elías Claro Carrascal.

Predicó la homilía fúnebre el Padre Pérez, quien hace 20 años acompañó como predicador al P. Arévalo en su Primera Misa Cantada en La Playa.

Las muchas comuniones rubricaron de fe y esperanza esta Liturgia de la Palabra y de la Eucaristía por el eterno descanso del P. Arévalo.

Luego de los oficios en la iglesia parroquial, donde el P. Arévalo fue bautizado, confirmado y recibió la Primera Comunión, vino el desfile hacia el cementerio.

CEMENTERIO SOBRE UNA COLINA AL LADO DE LOS ESTORAQUES

La Playa es un caso raro en el mundo. Allí se sube al cementerio. Allí, solo allí, se sube a la tumba fría.

El crítico literario y escritor nortesantandereano Hernando Valencia Goelkel escribió en el prólogo a los "Estoraques" de Eduardo Cote Lamus: Convencionalmente, sobre el pueblo se levanta una colina; no menos convencionalmente, sobre la colina está el cementerio. Pero es una colina mútila; a ambos lados la topografía se desmanda en hondos cortes erosionados... La tapia del cementerio, recién pintada de blanco, le da algo de su candidez al paisaje reticente"....

A esa colina del dolor, de "un verdor sin frescura", a ese cementerio a donde se sube como en ninguna parte para divisar los horizontes ilímites de la Esperanza Eterna, del Amor que no pasa ni muere para siempre, llevamos con amor y con lágrimas a nuestro primo José Octaviano Arévalo Claro. Sus propios hermanos, sus amigos de infancia, sus playeros del alma, lo cargaron y lo acompañaron en su último viaje por la tierra.

Sobre la tumba de mi papá, Don Ramón Claro Bayona, que yace en la pura tierra, lo colocaron por breves momentos mientras el Padre Alcides Velásquez dijo su dolor y expresó su pena ante el sacerdote muerto, ante el amigo y el familiar que tornaba a la eternidad; mientras Emiro Arévalo, su hermano y el mayor de la casa y seminarista como él en otro tiempo, dio las gracias por la solidaridad playera en la vida y en la muerte.

Vino después la colocación en la bóveda de la familia. Y el descender taciturno y doliente de todos hacia el pueblo...
Y yo revolvía en mi corazón confusamente, dolorosamente, los versos trágicos del poeta de los "Estoraques":

"Al polvo nada vuelve"...
"No más que la alta hoguera de la estrella
sobre este mundo. Nada más que el sueño
de pronto convertido en nada"...
"Empecé por abrir la soledad
como quien destapa una botella
y no encontré ningún camino;
dí pasos para buscar palabras y cantar
y no ví nada;
volví por la ciudad y solo el viento,
el que viene y el que va, como perdido,
como buscando a Dios, como arañando
los altos, los duros, los broncos Estoraques".

Y en lo más profundo de mi ser afligido pero iluminado por las Esperanzas del Cielo, sonaron también como campanas de gloria como las "campanas de mi ayer," "viejas campanas que escuché de niño, "campanas de mi torre," las estrofas consoladoras de José Joaquín Casas, el poeta predilecto de Octaviano, cuya "Obra Selecta" estaba leyendo últimamente.

Y sonaban las estrofas del soneto "Los Ausentes" como clarines de victoria sobre los estragos de la tumba y de la muerte:

"Allá, do al fin del cautiverio, moran
bajo apacibles tiendas los viajeros,
y hosannas entonando placenteros
la antigua pena y el afán memoran;

Allá, en los valles que risueños doran
En floración perpetua los luceros
Allá mis ojos volverán a veros,
estos que, turbios, vuestra ausencia lloran.
Allá mis ojos os verán. ¡Cuán bella,
A través de mis lágrimas y enojos
Esta esperanza al corazón destella!

Que al despedir mis áridos despojos,
trocada en gozo del dolor la huella,
¡oh dulces prendas, os verán mis ojos!"

ALGUNOS DATOS BIOGRÁFICOS SOBRE JOSÉ MARÍA (OCTAVIANO) ARÉVALO CLARO

No sería completa esta triste memoria sin algunos datos biográficos sobre mi primo. Ahí van.

Nació en La Playa (Norte de Santander) el 29 de agosto de 1923. De una familia de hondos sentimientos cristianos. Sus padres son Francisco Arévalo (fallecido) y Juana claro vda. de Arévalo. Tuvo 15 hermanos. La devoción a la Virgen de Chiquinquirá es algo substancial a ese hogar: Ella ha presidido todas sus alegrías y todas sus penas.

El 26 de abril de 1940 viajó a Chiquinquirá al Colegio Apostólico de aquel entonces, después de haber cursado algunos años en el Seminario de Ocaña, donde aprendió muy bien la Gramática de Bello y comenzó su afición por la literatura y el francés.

Culminó su Bachillerato en esta ciudad mariana con gran aprovechamiento. El 2 de febrero de 1943 recibió el hábito dominicano aquí mismo y al año siguiente hizo su Profesión Religiosa. Bajo la dirección del Padre francés Blanchet adelantó en cultura y piedad. Cursó Teología por cuatro años en el Colegio "Angelicum" de Roma, hoy con el título de Universidad, y sacó el Grado de Licenciado con la tesis en latín sobre "El Proceso intelectual de la Profecía según Santo Tomás." En la ciudad eterna también adquirió conocimientos lingüísticos profundos y no comunes del Hebreo y del Griego, y se adentró por los piélagos luminosos de la sagrada escritura.
Se ordenó de sacerdote en Roma el 26 de junio de 1949.

De asiento en Colombia, dictó clases de idiomas bíblicos (Griego y Hebreo) en nuestro Teologado. Fue profesor de Sagrada Escritura por varios años. Tuvo Cátedra de Teología en la Universidad "La Gran Colombia". En nuestros Colegios de Sto. Tomás y Jordán de Sajonia sirvió por varios años dictando cursos de literatura e idiomas. Poseyó a perfección el francés y leía y entendía y conversaba el inglés y el italiano, fuera del latín.

En 1963 viajó a Jerusalén y por algunos meses se sentó en los bancos de la Escuela Bíblica de Jerusalén para oír a los grandes exégetas bíblicos de la época moderna.

En 1969 estuvo en Quito, Lima, Buenos Aires y Santiago de Chile en busca de archivos y datos sobre los Dominicos en América, logrando hallazgos históricos de inapreciable valor.

En 1970 publicó en Lima una obra histórica de 336 páginas sobre "Los Dominicos en el Perú", en cuya presentación el Provincial Nicolás Gobert, de nación belga, pondera la pericia, dedicación y asidua labor del ilustre playero.

En años anteriores había dado a la imprenta estudios concienzudos y polémicos sobre la Virgen de Chiquinquirá, sobre Fray Cristóbal de Torres y sobre la Universidad Tomista de Bogotá. Por su versación histórica fue distinguido con el título de Académico correspondiente de las Academias de Historia de Tunja, Cúcuta, Ocaña y de la Sociedad Bolivariana de Bogotá, donde pronunció un discurso: "Colombia, Capital Las Casas, un proyecto de Bolivar".

Entre las interesantes facetas de su personalidad intelectual se destacaba su memoria feliz. Era un prodigio de retentiva, un archivo y arsenal de cultura general literaria, histórica, filosófica y teológica, sin exageración alguna, como lo pueden atestiguar sus compañeros de estudio y sus discípulos.

Parecía una auténtica grabadora de altísima fidelidad. Recordaba con la mayor facilidad y precisión matemática cosas importantes de todo lo que había leído, que no era poco, pues toda su vida fue un lector incansable, un bibliómano de tiempo completo, un bibliógrafo apasionado y un "bibliófago" ávido de saber y de erudición.

Y era un hombre que sabía escribir con estilo fácil y elegante, con sangre y espíritu. Y que conocía y paladeaba muy a su sabor los secretos y deleites de los clásicos, especialmente a Cervantes y Granada, Menéndez Pelayo, Caro y Cuervo, Suarez y José Joaquín Casas.

Y con todo esto poseía un corazón de artista y de poeta que vibraba con todo lo bello del cielo y de la tierra, escribiendo algunos poemas breves pero henchidos de galanura y gracia castellana como el soneto que hizo al rumor nocturno de las aguas de la pila del Convento de Sto. Domingo de Bogotá.

Y que decir de su sencillez, de su espíritu ajeno a la vana ostentación, marginado de todo ruido inútil y preocupado siempre por los más altos valores en la religión y en la cultura.

Por eso, como un trasunto y proyección de su interior semblanza moral y espiritual y dominicana son estas palabras que estampó en su prólogo a la obra que escribió en el Perú (1970):

"El amor del Dominico a lo verdadero y a lo auténtico lo hace alérgico a las simulaciones y torna más protuberante cualquier forma de claudicación. El estudio, la pobreza y la vida común perfilan de tal modo la personalidad del Fraile Predicador en su concepto de apóstol que es imposible ocultar o paliar la infidelidad a esos grandes ideales. Su misma vocación, falsificada o plenamente vivida, es ya para él un espectáculo de traición o de fidelidad".

Al tiempo de su muerte adelantaba con entusiasmo la edición facsimilar de la "Gramática de la lengua general del Nuevo Reino llamada Mosca" del santafereño Fray Bernardo de Lugo, con apuntes biográficos sobre el autor por el P. Arévalo y glosas gramaticales a cargo de un miembro del Instituto Caro y Cuervo, el Dr. Fernando Antonio Martínez.

Otras obras proyectaba y para ello tenia material de primera mano, cuando la muerte vino a segar su vida y a arrebatarlo en plena actividad histórica. Pero Dios lo ha querido así, benditos sean sus designios eternos e inescrutables. Dios lo tenga en la Patria de los Bienaventurados.

OREMOS POR NUESTRO HERMANO Y SACERDOTE

Oh Dios, vida de los que viven, esperanza de los que mueren y salvación de todos los que en Ti esperan, concede benigno, que el alma de tu sacerdote y religioso Fray José María Arévalo Claro, libre de los lazos de nuestra mortalidad, goce, por la intersección de la Bienaventurada siempre Virgen María en su advocación del Rosario de Chiquinquirá, y de todos los Santos, especialmente de Santo Domingo de Guzmán, de la eterna luz de la gloria. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén. (Del Misal Dominicano en su parte esencial)

LA EXPRESIÓN CORDIAL DE NUESTRAS CONDOLENCIAS

Quiero terminar estas líneas de dolor y de reconocimiento de las grandes dotes de mi primo Fr. José María Arévalo Claro, con la expresión de mi profunda condolencia a todos sus familiares y allegados, a todos sus amigos; pero de una manera especial para la madre Doña Juana Claro vda. de Arévalo; para sus hermanos que aún viven y sus familiares: R.P. Ismael Arévalo; Srta. Zoila Rosa Arévalo Claro; Sra. Silvia María Arévalo de Pérez, esposo e hijos; Sr. Emiro Arévalo, Sra. e hijos; Sr. Arnulfo Arévalo, Sra. e hijos; Sra. María del Rosario Arévalo, esposo e hijos; Sra. Faride Arévalo vda. de Claro e hijos; Sr. Raúl Arévalo, Sra. e hijos; Sra. Romelia Arévalo, esposo e hijos; Sr. Misael Arévalo, Sra. e hijos; Sres. Edilberto Arévalo y Juan Félix Arévalo.

Escrito en Chiquinquirá a los ocho días de la muerte del P. Arévalo.

(Firma el R.P. Campo Elías Claro Carrascal)

JUAN XXIII Y LA MUERTE

Todos estamos en el mundo como de viaje. Hay quien llega pronto y quien llega tarde...Cuesta la separación, pero luego el Señor la bendice y la hace fructuosa. Lo que importa es que pronto o tarde lleguemos todos a la meta.

Vivir mucho tiempo, como árbol vigoroso e impertérrito ante los vientos y las tempestades, o ser cortado como flor delicada de primavera, o arrastrado como débil junco a lo largo de la rivera del río, todo esto responde al misterio de la vida y de la muerte.

Estemos siempre en actitud de marchar hacia El (hacia Dios Padre) como si esperara siempre con los brazos abiertos.

LA VIRGEN DE CHIQUINQUIRÁ Y COLOMBIA

Chiquinquirá es el Centro Inconmovible de la piedad colombiana. Los ojos de Colombia estarán siempre vueltos hacia este Lienzo Bendito en busca de protección y amparo.

Chiquinquirá ha traspasado los lindes patrios y su nombre se pronuncia con veneración y con amor desde la Colina del Vaticano.

Loor por siempre a la Orden de Predicadores. Los nombres de los Frailes que contribuyeron a levantar un trono digno de la Madre de Dios, pasarán de generación en generación, y su memoria será bendecida. Aquí nacieron a la Orden, aquí trabajaron y murieron. Realizaron su sueño y tuvieron su recompensa: Descansar en paz a la sombra de esta Basílica augusta bajo la mirada dulcísima de la Virgen de Chiquinquirá.

(Alocución del R.P.J.M. Arévalo en agosto de 1966 y publicada en "Veritas" el 14 de agosto del mismo año).

EVOCANDO LOS ESTORAQUES

El 4 de diciembre de 1962 celebramos el centenario de La Playa de Belén con la presencia ilustre del Señor Obispo de Ocaña Mons. Sarmiento; el Gobernador del Norte de Santander,Eduardo Cote Lamus, el poeta de los "Estoraques"; todos los sacerdotes playeros y otras personalidades.

El P. José María Arévalo hizo una dedicatoria poética, sencilla y espontánea en una Velada Lírica Musical, que a la letra decía:

Los estudiantes playeros
en un solo corazón
orgullosa admiración
rinden al pueblo querido.

Que vivan los cebolleros
honor de la población
que sea grande la emoción
del Centenario cumplido.

Lo Estoraques levantan
con imponencia sin par
sus crestas al cielo; y cantan
los prados y acequias himnos
al terruño idolatrado
de belleza singular.

Abre La Playa sus brazos
para estrechar con amor
a sus hijos más ilustres
y de la Iglesia esplendor.
A todos nuestro paisanos
brindamos esta función.

 
Digitación: Cortesía del Arquitecto. Jaime Enrique Claro