¿ PORQUE ME GUSTA EL SILENCIO?

En memoria de mi Mamá Esther Emilia Claro Velásquez
Por Luz Marina Claro Claro
Noviembre/2021      

  “La Casa del Silencio” es un hermoso lugar ubicado en la Vereda la Rosa Blanca del Municipio de La Playa de Belén, estancia campesina que ha pertenecido por tradición a la familia Claro.

Que ¿Por qué me gusta “El Silencio”? me preguntaba alguien en una oportunidad, pregunta que inmediatamente me evoca imaginarios, percepciones y emociones que dejo plasmadas en este escrito a modo de sencilla pero amorosa semblanza de la maravillosa persona que Dios me regalo por madre.

La tranquilidad y el paisaje de este lugar, me genera un tipo de energía relajante indescriptible, una sensación de reencuentro con mis orígenes, con la naturaleza y con las maravillas del Creador. Pero más allá de esta sensación de bienestar “El Silencio” me permite el reencuentro con la esencia de mi MA DEL ALMA. Ella nació, vivió su infancia, adolescencia y juventud en este bello paraje.

Y entonces sentada plácidamente en el corredor de la casa campesina fácilmente la imagino niña: corriendo, saltando, subiéndose a los árboles para alcanzar un jugoso mango, cocotas, guayabas o algunas de las frutas de cosecha,  como el mejor manjar del momento. La niña que sonríe y disfruta de recoger florecitas silvestres para llevarle a su padre o para adornar su cabello.

Imagino a la estudiante que camina diariamente hasta el pueblo para asistir a la escuela y recibir clases con la profesora Homelina, la niña ávida de conocimiento que practica en su pizarra la escritura cursiva, la lectura y en momentos de creatividad el dibujo de flores, pájaros, montañas y ríos… esa naturaleza que siempre respeto y admiro.

Pienso en la adolescente ilusionada que se arregla con sus mejores galas, vestido de flores con enaguas de encaje, aretes y sencillo maquillaje (no podían faltar los polvos, el colorete y el labial); feliz de ir al pueblo a la misa del domingo con sus amigas de la vereda, para cumplir con el sagrado deber dominical y salir de la rutina cotidiana del campo, pues, a temprana edad ya debe colaborar con su mamá en las labores de ordeñar, cargar agua para el consumo diario, ir al playón a lavar la ropa y participar en las labores de preparación de alimentos y aseo de la casa junto con sus hermanas.

Puedo entender la emoción de la joven, cuando a la casa de “El Silencio” acuden sus primos, quienes alegran la tertulia con la conversación amena, la música del tiple, la guitarra y la fiesta campesina con el baile de la “Machetilla”. Fácilmente puedo entender aquel adagio popular en nuestro pueblo que reza “Entre primo y primo más me arrimo” y es en este ambiente cuando surge la ilusión del primer amor.

     En este espacio campesino llamado sabiamente “El Silencio” comprendo el cansancio de la joven trabajadora, ama de casa, la mujer de largas jornadas entre las labores hogar y la crianza de los siete hijos que parió, como paren las mujeres del campo con amor y dolor. Puedo empatizar con el dolor de la madre que tuvo que despedir a temprana edad a dos de sus hijas, dejándole el corazón roto, dolor que afrontó con la sabiduría y el valor que el cielo da a las mujeres guerreras. Puedo sentir la energía de la mujer que alimentó no solamente nuestro cuerpo, sino que alentó nuestros sueños.

Siento a la madre que en una de las muchas mañanas cálidas y soleadas me recuesta en su regazo y con sus manos amorosas y endurecidas por la tierra me acaricia…Un encuentro que me proporciona paz interior, armonía y una sensación tan íntima y personal que no alcanzo a describir.

Recuerdo a la mujer adulta que con la madurez de los años y la experiencia desarrolló una comprensión clara y natural del ciclo de la existencia: nacer, crecer, servir, dejar ir con amor y trascender.

El atardecer de la vida lo recibió de manera serena, se fue despidiendo poco a poco, metafóricamente como el árbol que ha entregado sus frutos y va perdiendo sus hojas, pero internamente mantiene la sabia vital para florecer en la primavera de la vida eterna.

En ocasiones ella me visita en sueños, y con su cálida imagen me recuerda que “TODO VA A ESTAR BIEN”.

Con frecuencia acudo a la bella estancia enclavada en la montaña de los Estoraques en La Playa de Belén para cargar energías y nutrir mi espíritu con estas evocaciones y recuerdos de mi MA DEL ALMA: ESTHER EMILIA CLARO VELÀSQUEZ, evocaciones y recuerdos que siempre me acompáñan . 

 

IMAGENES PARA EL RECUERDO       

La Joven Esther Emilia con su sobrino Domingo Claro Manzano en hombros.
Fotografía familiar restaurada por su nieta Daniela Andrade Claro
Fotografía de la cédula de ciudadania 
Fotografía Álvaro A Claro 
FotografíaAlvaro Antonio Claro   

                              VIDEO "RECUERDAME" 


Edición: Daniela Andrade Claro
Para verlo darle Click a la fotografía de la izquierda.