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"29
de mayo de 1944. Se iniciaron los trabajos de la carretera La Playa - Chapinero".
(Diario de Don Guillermo Arévalo. Archivos de la familia Arévalo
Carrascal.) La
vía pondría en comunicación al municipio con la ciudad de
Ocaña y, fundamentalmente, permitiría el acceso a la Carretera Central,
en la cual se habían invertido "muchos años de tesonera
labor y no poco dinero en comisiones de estudios", según cuenta
don Luis A. Sánchez Rizo en su monografía de Ocaña, páginas
139 y 140, biblioteca de autores ocañeros, tomo 5. En junio de 1934, una
nueva comisión de ingenieros había elaborado los trazados definitivos
y los trabajos empezaron en la segunda quincena de agosto del mismo año,
bajo la dirección de Francisco Rueda Herrera. Agrega el señor Sánchez
Rizo: "Actualmente (febrero de 1936) se trabaja con todo empeño
y la carretera presta un correcto servicio hasta el caserío de La Ermita
a 10 kilómetros de la ciudad". La
carretera Cúcuta - Ocaña es un cuento sin fin. Mi apreciado amigo,
Luis Eduardo Lobo Carvajalino, ingeniero y notable intelectual, ha venido en mi
auxilio con los datos consignados en el obelisco levantado en el Alto del Pozo
para exaltar a los funcionarios públicos por las obras, que aún
hoy (21 de febrero de 2013), no han terminado: "30 de julio de 1946. Inauguración
oficial de la carretera Cúcuta - Ocaña obra empezada el 23 de febrero
de 1920 y terminada bajo la administración del doctor Alberto Lleras Camargo
siendo sus ministros de Obras Públicas los doctores Álvaro Díaz
y Luis García Cadena. Fueron últimos directores de la obra los doctores
Luis García Cadena y Guillermo Tejeiro Caro".
La
única (sic) apreciable es la construcción de un puente sobre
el río Tarra, en la vecindad de El Cincho, pero para emprender esta obra
está iniciada, por el Sr. Cura Párroco, una suscripción popular
la cual ascendió en el solo día de Año Nuevo a la cantidad
de $33.500. La Ordenanza número 26 de 1911, declaró vía central
ésta a que nos referimos, y según su artículo 2º. Debe
ser preferentemente atendida por el Departamento y la respectiva entidad municipal
" En
una página interior, Hojita Parroquial informa que don Pedro Claro Velásquez
ha emprendido la construcción del puente sobre el río Algodonal,
no obstante los tropiezos que han limitado su tenacidad en esta obra y en la apertura
del camino que él mismo trazó. A don Pedro no solamente lo afanaban
las crecidas del río, que impedían el paso de las bestias con los
productos regionales, sino la guerra de sus malquerientes.
Y
agrega: "Allí pudimos ver a los más destacados exponentes
de nuestra pequeña sociedad empuñando con mano firme las rudas herramientas
del trabajador: al lado de don Francisco Arévalo, alma mater de esta obra,
se hallaban los no menos entusiastas caballeros, don Sixto Barriga Pérez,
don Donaldo Durán Castillo, don Ramón, don Sisto y Emiliano Ovallos,
don Emeterio, don José Antonio y don Ramón Claro, don Basilio Ascanio,
don Santiago Durán, don Bernardino Pérez y otros que por ahora se
escapan a nuestra pluma, dirigiendo un considerable número de trabajadores".
Finalmente,
en la edición número 7 del 1º. de octubre de 1933, aparecen
publicados los siguientes despachos: La
Playa, 10 de septiembre de 1933. Excelentísimo Presidente República,
Bogotá. Informados
excluirase de Plan Obras Públicas Nacionales construcción Sector
Cuatro Carretera Central (Cúcuta - Ocaña), destruyendo con ello
grandes aspiraciones resurgimiento estas regiones donde total aislamiento centro
nación, problema obreros sin trabajo, reclámanlo nombre justicia:
unimos nuestra súplica voz clamorosa demás pueblos Provincia ante
su Excelencia, fin encarecerle interponga su valiosa influencia para que construcción
Sector Cuarto sea toda costa excluido referido plan obras. Pedímoslo nombre
destinos patria preside. Compatriotas. Presbítero Juan de Dios Carrasquilla,
Cura Párroco, Francisco Arévalo, Presidente Concejo, Sixto Barriga
Pérez, Carlos Daniel Luna, Octavio Manzano, Donaldo Durán, Antonio
Claro Quintero (Alcalde), Ramón Ovallos, Gilberto Sanguino, Francisco Velásquez,
Feminiano Claro, Roberto Luna, Luis Velásquez, Justo Luna, Pablo E. Durán,
Trinidad Durán, Alfredo Manzano, Nicolás Vega, Basilio Ascanio,
Miguel Claro, Agapito Pérez, Melquiades Manzano, Pedro Claro, Raúl
Verjel, Luis Pérez, Marco A. Claro, Emigdio Manzano, Eladio Claro, Tulio
Manzano, Sixto Ovallos, José Antonio Claro Ovallos. El
Presidente de la República, Olaya Herrera, contestó que había
remitido el mensaje al Ministerio de Obras Públicas. Del Ministerio respondió
el director de Ferrocarriles: Bogotá,
15 de septiembre de 1933. Presidente Municipalidad, Párroco, demás
autoridades y vecinos. La Playa. En
1974, don Benjamín Pérez Pérez, concedió una entrevista
al periódico Noticias Playeras, de la cual tomamos los siguientes apuntes
históricos de la carretera La Playa de Belén - Ocaña:
Una a Puente Reyes, la otra a El Placer, adelante de Villacaro -después de haber traspasado el páramo de Bucarasica- y la tercera a la población de Gramalote, donde al día siguiente tomaba muy temprano el bus que en tres horas lo conduciría a Cúcuta. Constituía
de verdad un riesgo cumplir este itinerario pues la ruta era muy escarpada, semejante
en algunos trayectos a una escalera, el tiempo regularmente tormentoso y no había
posada que no fuese increíblemente inmunda. Ojalá tuviera uno la
fortuna de unirse a una caravana de arrieros. De todas maneras se llegaba a la
capital con ampollas en las plantas pues la enclenque cabalgadura que se lograra
fletar no arriscaba a terminar la segunda etapa y había que devolverla
con el correo que invariablemente se hallaba de regreso y siempre andaba de a
pie con su fardo de correspondencia a las espaldas. Pero la magnificencia del
paisaje que ofrece el valle de Cúcuta, en contraste con la accidentada
geografía ocañera, el deslumbrante aspecto de la Perla del Norte
y el cambio de ambiente compensaban con creces las penalidades sufridas. Varias
veces hice este recorrido en esas penosas condiciones y le cuento que en la última,
ya de vuelta a mi tierra cerca de Ábrego, me sorprendió una violenta
tempestad en un cerro desierto cuyo nombre no recuerdo, y tuve que botarme al
suelo y permanecer allí tendido bocabajo soportando agua y granizo no sé
por cuanto tiempo, para evitar ser fulminado por un rayo, pues las descargas eléctricas
contra la pelada montaña se sucedían como ráfagas de ametralladora.
Aunque no determinemos fechas. Sin vislumbrar ni en sueños la carretera,
los apreciados comerciantes Ismael y Francisco Arévalo realizaron la quijotesca
empresa de llevar a La Playa el primer automóvil y ponerlo al servicio
del público. Era un carrito Ford, de cuatro cilindros. Fue transportado
por piezas, a pulso y hombro, al sitio de Chapinero, junto al río Algodonal,
donde lo armó un mecánico venezolano muy hábil de nombre
Miguel Becerra, quien meses después se casó en La Playa con Débora
Pérez. De Chapinero al pueblo el carro viajó sobre sus cuatro ruedas
aprovechando como carreteable el amplio y seco playón que recorre esa zona
y que entonces se convirtió en soñada autopista de recreo durante
las temporadas de verano. Había que observar la maliciosa sonrisa del chofer
Becerra, cuando las muchachas playeras deseosas de experimentar las emociones
de un paseo en Ford, le preguntaban ingenua y mimosamente. "¿Por cuánto
nos da una montadita?"
Transcurrieron
algunas semanas y un día cualquiera se presentó en mi oficina el
ingeniero encargado de rectificar la carretera de La Playa y de trazar la de Hacarí. -
Vengo de su tierra -me dijo y le traigo una noticia. -
Hable a ver... -
Acabo de descubrir una garganta en el río Algodonal y está pilado
construir el puente allí, a bajo costo, sobre estribos naturales de pura
roca y con un arco que ninguna crecida del río podrá nunca rebasar.
Lo único que quedaría por hacer es un ramalito de carretera, algo
así como un kilómetro, que empalme con la que está en servicio.
Pero de eso me encargo yo incluyéndolo en el plan de la Provincia. Le construyo
ese puente por un valor de treinta mil pesos si me consigue hoy mismo diez mil
que necesito para pagar obreros que están esperándome. -
No se mueva de aquí, por favor. Aguarde media hora, una hora, lo que sea
necesario. Voy a ver si la suerte me ayuda y desato ya este nudo gordiano. Me
trasladé en segundos al despacho de don Sixto Reyes y le conté la
historia. -
Es una buena solución -me comentó- y tiene todo mi apoyo. Pero quien
debe decir la última palabra es el gobernador. Hable con Lucio. Llevándome
casi a la gente por delante en los pasillos, me fui a su despacho y de una vez
le expliqué la situación. El doctor Pabón Núñez
me escuchó con interés y con ese espíritu decisorio y constructivo
de que siempre ha hecho gala, me dio luz verde en seguida. -
Baje con el ingeniero -me dijo- y dígale a don Marcos de parte mía
que les entregue los diez mil pesos y los cargue al plan de carreteras del sector
de Ocaña. Encárguese usted mismo de legalizarle los papeles. Don
Marcos Estrada ejerció el cargo de tesorero general del departamento. Era
un viejo de porte distinguido pero el mayor cascarrabias que yo haya conocido
en los últimos sesenta años. Yo lo definía diciendo que corría
uno menos riesgo pisándole por equivocación el rabo a un tigre dormido
que tratar de persuadir a don Marcos de algo que no fuera de su simpatía.
Llevaba una contabilidad a su acomodo, con apuntes en papelitos: y si alguna visita
fiscal recibió en alguna ocasión, esta debió ser simbólica
porque estoy seguro de que si hubiese sido en serio, el visitador habría
salido de la oficina con las cajas bien destempladas. Pero tenía fama,
además de su honradez, de ser un verdadero mago de las finanzas. El
tesorero me miró con expresión maliciosa. -¿Sabe
usted lo que son diez mil pesos?-me preguntó con evidente mordacidad- Ese
es todo el caudal con que cuenta hoy el departamento. Están a su disposición
si usted se arriesga a que el gobernador, los secretarios y usted mismo se queden
sin sueldo en el presente mes. -
De acuerdo, don Marcos. Me arriesgo -respondí a sabiendas de que la amenaza
no sería efectiva. El
ingeniero firmó un comprobante, recibió el dinero no recuerdo si
en cheque o en efectivo y... trámite concluido. Unos veinte días
después me llegaron las primeras fotografías del puente. Estaba
la obra todavía con las formaletas instaladas. Pero era puente. Su inauguración
se efectuó algún tiempo después y a ese acto apenas asistieron
unas cinco personas, el doctor Pabón quien había viajado desde Bogotá
donde se hallaba en uso de licencia. Erasmo Alvarez y Jorge Ferrero Lemus. Del
lado de La Playa, el padre Velásquez y su hermano Emilio. Indudablemente
a mis paisanos no se les dio aviso con tiempo y eso explica la falta de concurrencia.
Este puente queda sobre la estrechura del río en el sitio donde se abre
el ramal de carretera que separándose de la central del norte -sector 4o
- se dirige a La Playa. Su aspecto no es de maravilla. Pero su estructura es muy
firme, confiable; y solucionó de por vida un problema que venían
padeciendo desde tiempos lejanos no solos habitantes de La Playa sino también
los de Aspasica, Hacarí. El Cincho y las regiones que constituyen esos
territorios. Citaré un caso cualquiera, por ejemplo. Cuando en La Playa
había un enfermo muy grave, era despachado hacia Ocaña a traer las
medicinas de urgencia uno de esos famosos camineros que entonces existieron, verdaderos
corre-leguas como Tulio Manzano o Daniel Armesto. Este adquiría los remedios
en la ciudad y al regreso en "El llano de los alcaldes" se encontraba
con la sorpresa de que el Algodonal le atajaba el paso con una fenomenal creciente
que a veces duraba horas y horas en bajar. Al llegar por fin al pueblo hallaba
al paciente elegantemente estirado sobre una mesa, en medio de cuatro cirios. -
¿Y sabe que lamento ahora, Guido?
Pues haber olvidado el nombre del ingeniero. Valdría la pena que en la
lista de los bienhechores de nuestro pueblo, figurara ese nombre.1/ Sólo recuerdo que era yerno de esa magnífica locutora y mujer de letras, llamada María Vera de Marcucci quien dirigió en La Voz de Cúcuta un programa dominical titulado "Hora de Variedades" durante muchos años. Agregaré algo más. Semanas o meses después, falleció en Bogotá en un accidente de tránsito don Erasmo Alvarez, representante a la Cámara. Dentro del articulado del decreto de honores, la gobernación dispuso que nuestro puente ostentara el nombre de "Erasmo Alvarez" y como tal se le instaló la placa correspondiente. Pero ésta duró muy poco. Unos ocho días cuando más. Algún malqueriente la arrancó de su sitio y la lanzó posiblemente a las mismas aguas del río. 2/
Viaducto La Curva El viaducto de La Curva fue inaugurado oficialmente el 20 de febrero por la ministra de Transporte, Cecilia Álvarez. Se inició en 2011 con una inversión de 6.500 millones de pesos. La obra reemplazó más de 400 metros de carretera que generaban grave peligro para transportadores de carga pesada. "Es penoso el estado de la vía y tenemos un reto muy grande para recuperarla", dijo la ministra al diario La Opinión (Edición del 20 de febrero de 2013). Anunció una inversión de 140 mil millones de pesos, para la vía de 218 kilómetros, de los cuales, 63.000 millones de pesos corresponden a la recuperación de los 56 kilómetros, en deterioro galopante, del tramo comprendido entre El Zulia y Sardinata. | ||||||||||||||||||||||||||||