¿Poeta? Fatigado
con la poesía de imprenta busqué en mi mundo los versos cultivados
por otros a raudales en labranzas de la lira y el parnaso, territorio hostil
de mi horfandad. Soñaba
con versos de rancio linaje que fueran rapados por los editores. Nacieron
sin casta, en hojas sin precio y fueron el pasto de los insectos aposentados
en mis baúles viejos. Guido
Pérez Arévalo | Traición Al
cálido amor que ayer dejaste consuelo prometí, desesperado. Y
ante Dios de hinojos he rogado el olvido total de tu partida. La
vida me enseñó, señora mía, que no hay amores prisioneros, que
las traiciones tienen su remedio en el calor fugaz de otros encantos. Guido
Pérez Arévalo |
¿Qué
quieres que diga? Qué
quieres que diga, después de la ausencia de mi añejo pueblo; si
ya no están mis viejos, si el amor con ellos también se marchó. Qué
quieres que diga, frente a tu ventana, si ahora canta otro las canciones
viejas que canté yo ayer. Si
en la misma esquina se apostaron otros, para hablar de amores como yo,
también. Qué
quieres que diga, si la misma luna me contó llorando que te vieron
contando los luceros con él. | La
iscalagüera Mira,
viene muy coloradita, es ella, la chica de mi tierra, ayer bajó como
la flor bonita desde lo más alto de la sierra. Viene
por mimos a la fiesta que darán los galanes citadinos, con danzas
y música de orquesta y sones de amores peregrinos. Volverá
a lo suyo conmovida a buscar como antes su sustento y a seguir la lucha
por la vida. Ella
sabe que el feliz evento, celebrado en fecha repetida tendrá como
ella otro momento.
Guido
Pérez Arévalo |
Los
poetas Los
poetas, amos del candor, hacedores de palabras, señores del verso,
andan por ahí contando sus sueños, gastando el recurso del
tiempo en tiendas de amor. Invierten
en feudos de caras nostalgias y presumen de dueños del cielo y el mar. Asoman
licencias de idiomas del alma y atracan en puertos de ninfas, de musas
con
buques fantasmas cargados de sueños. Deben
ser del mundo etéreo si le cantan a la luna y juegan con el sol de
la mañana; si tejen las redes con planetas rutilantes y disponen
de Dios como testigo. Pretenden
un mundo sin desgracias sin Osamas, sin la soberbia de los yanquis sin el
dolor de nuestra patria amada. Los
poetas, alabado sea el Creador, celebran la sonrisa de los niños y
el sí de la novia deseada, con los colores delicados de la rosa y
la fuerza incontenible del amor. Guido
Pérez Arévalo Chinácota,
noviembre de 2006 | La
Casa Mayor Esta
Casa de tapia pisada, cubierta con tejas centenarias, que lucen sus pátinas
barrocas con orgullo de damas colosales... Esta
Casa con zaguán de arriero, y pesebreras entregadas al olvido, con
ecos de recuas remplazadas por cuadrúpedos con ruedas... Esta
Casa, adornada con rosales y bonches, con esmero cultivados, con pisos de
baldosas carcomidas y techos de latas otoñales... Esta
Casa de sueños y nostalgias de abolengos y recia estirpe ha sido mas
no de castas indignas de la raza y de la sangre de Francisco y Juana. Esta
Casa con ecos de peones y trajines de comercio primitivo guarda los olores
de cultivos olvidados en solares que juegan con el ocio. Esta
Casa con fogón de leña y cocina-comedor por todos añorada sirvió
de puerto alegre para arrieros de machos negros y mulas coloradas Esta
Casa de largos corredores tenía horno para pan casero pilones de
madera, molinos de mesa, tiestos de barro, piezas con altares... Y
tinajas de espumosa chicha, cubiertas con retazos blancos, muy blancos
de tules importados que filtraban aromas celestiales. Guido
Pérez Arévalo |
EL
VIEJO El
mundo construyó cuando todo sonreía y el horizonte verdeaba en
estación de primavera El
tiempo, sin embargo, como Dios, es infinito. Y la vida, don divino, como
el sol, declina.
Guido
Pérez Arévalo |