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la una de la mañana de un 6 de diciembre, de 1990, vine al mundo. Un hermanito
me acompañó en la travesía, pero falleció a los diecisiete
días. Mis
padres, Blanca y Hernando, me consagraron, entonces, sus días y sus noches.
Fueron exclusivos hasta mi adolescencia; mi infancia transcurrió en un
hogar sencillo, sin las ostentaciones del dinero de más, pero con el cariño
que solo es posible con la bendición de Dios y la unidad familiar. Dice
mi mami que a los tres años dibujaba en papeles viejos, sobre las paredes,
sobre las mesas o en pequeñas pizarras escolares. A los cuatro años
de edad mis profesoras de preescolar no le daban crédito a mis dibujos
y acudían a mi hogar para solicitarle a mi madre que no interfiriera en
mis tareas. En
la escuela urbana integrada aprendí las primeras letras y mostré
los primeros trazos de mi vocación artística. Profesoras y compañeros
de estudio solicitaban mis servicios para hacer carteles, títulos, dibujos
y decoraciones para eventos escolares. Mi
educación secundaria continuó en el Colegio Fray José María
Arévalo. A mis trazos agregué la afición por la música:
ingresé a la banda marcial y tomé las primeras clases de guitarra.
En el año 2002 obtuve reconocimiento por mis nuevos conocimientos de pintura
en tela. Cuando
nació mi hermana Danna Carolay, yo había recorrido los años
primaverales en el colegio y en las calles apacibles de La Playa de Belén,
mi cuna, mi tierra, mi orgullo. Me he caracterizado por ser una persona de pocas
amistades; en los últimos años de secundaria consagraba la mayor
parte del tiempo al dibujo y dejaba poco espacio para departir con quienes me
rodeaban. Pero no perdía de vista a las personas de mis afectos. | | En
los años 2006 y 2007 tuve una profesora que menospreciaba mis aficiones
culturales, pero no logró desalentar mis aspiraciones. En
las postrimerías de mi bachillerato tuve un conflicto con mis padres porque
yo estaba dispuesta a defender mi vocación por encima de cualquiera otra
alternativa. Contra mis propósitos de ingresar a una academia de pintura
se impuso finalmente la autoridad familiar y debí resignar mis anhelos
a la autoformación. Confiaba en mis habilidades creativas y me alentaba
el reconocimiento de alumnos y docentes del colegio. En
el 2008 me trasladé a Cúcuta con el fin de iniciar mis estudios
de educación superior. Me matriculé en Ingeniería Industrial,
pero a los pocos meses observé que el programa académico no llenaba
mis aspiraciones. Nuevamente hubo problemas familiares por la cancelación
del semestre. Desde este año empezó prácticamente mi carrera
como dibujante, con la práctica del puntillismo, una técnica que
no es muy común pero que siempre me ha llamado la atención. En
el año 2009 conocí al señor Orlando Cuellar Castaño,
por medio de un sobrino, quien también me ayudó mucho a desenvolverme
laboralmente. El
dibujo, en estos momentos, es mi más valiosa ayuda para el desarrollo de
mis estudios de Administración de Empresas en la Universidad Francisco
de Paula Santander de Cúcuta. Un
comentario: mi abuelita decía siempre, y son palabras que nunca olvidaré,
que yo tenía manos de oro y que era la nieta que más quería.
En
2009 inicié la carrera de Administración de Empresas, y desde hace
4 meses hago caricaturas para el diario La Opinión. Cúcuta,
14 de agosto de 20010 | |