¡Hola pariente! —Dijo el padre Jesús Aníbal Pérez Sánchez— al iniciar la Eucaristía en acción de gracias, por el Primer Encuentro de las familias Claro Franco y Claro Torrado.

La Eucaristía fue muy especial y emotiva, todos expectantes, en especial los jóvenes disfrutaron de una celebración diferente y participativa. La verdad es que el Padre Jesús Aníbal tiene el don sagrado de la palabra y tiene la habilidad para acercarse a la juventud. Me encantó el momento cuando dijo: “Éste es mi celular, aunque está viejito, pero también tengo este otro, que era de mi abuelo”. Era una pequeña agenda donde su abuelo, don Efraín Pérez, hacía sus anotaciones. Qué hermosa metáfora para resaltar las diferencias y limitaciones de la época que vivieron nuestros ancestros, sin los avances tecnológicos que existen en la actualidad.

Al momento de escuchar la palabra de Dios, Imelda Claro Carrascal —mi sobrina— y Yolanda Prada Gómez —mi esposa—, fueron las proclamadoras, al igual que mi sobrina Astrid Claro Carrascal, con la anuencia del Padre, proclamó el Santo evangelio en forma pausada y solemne. Al iniciar la homilía, invitó a mi sobrina Sandra Pérez Claro para que nos contara sobre el momento que está viviendo. “Yo, conozco de su gran sensibilidad y quiero que comparta con sus parientes, la emoción que está sintiendo en este instante” —dijo el Padre—.

Ella muy segura dijo: “Gracias a todos, muchas gracias desde mi alma a todos los que están acá, porque los movió el amor, gracias a cada uno de los presentes porque dijeron sí al llamado para tener la oportunidad de abrazarnos, de compartir, de recordar y retrotraer del pasado, las nostalgias de los bonitos recuerdos y la presencia espiritual de los que ya no están. La gran mayoría no tenemos a esos seres que nos dieron el regalo de la vida y por eso hoy, estamos presentes para honrar y dignificar su trasegar por la vida. En la convocatoria no se escogió ningún otro lugar, sino a nuestra Playa de Belén, porque aquí en cada paso que damos, volvemos a recorrer los pasos que dieron nuestros padres y hermanos. Cada uno de nosotros tiene un pedacito de vida, en estás calles empedradas. A Juan Claro, Carmela Franco —mis abuelos— y a Rosabel Torrado nuestro amor, respeto y admiración por haber formado la gran familia que hoy somos. Y como bien lo dice hoy el Evangelio, la familia es una perla, es un tesoro maravilloso que permite mantenernos unidos en la fraternidad, el apoyo, la solidaridad y el amor del bueno, el amor sincero. Sigamos expandiendo semillas de lealtad, honradez, honestidad y rectitud, así como lo hicieron esos hombres y mujeres verracos y pujantes que nos regalaron la vida. Un fuerte aplauso para ellos que están en el cielo y otro aplauso para nosotros que venimos aquí a decir: ¡Presente! Dios nos bendiga”.

Ciertamente, fueron palabras emotivas, conmovedoras, que movieron las fibras más sensibles de todos los que compartimos la historia de nuestra familia.

Los momentos de la eucaristía serán inolvidables. ¡Quién puede olvidar a la Banda Patatoque interpretando el Himno Nacional de la República de Colombia en la consagración del pan y el vino! e igualmente, cuando interpretaró el porro “Los Estoraques”. Fue sublime escuchar en el templo de nuestro pueblo, la canción del Padre Fray Campo Elías Claro Carrascal O.P.:

“Mi pueblo querido, la luz de mis sueños,
casitas tan blancas cual blancas palomas.
Mi alma a ti vuelve en busca de aromas,
del huerto que guarda amores maternos.

Mi pueblo querido, ¡mi Playa feliz!
Tu nombre despierta las dulces canciones,
que duermen el sueño de paz y amores,
en horas de dicha, ventura sin fin”.

Esta canción es considerada entre propios y extraños, como un himno, porque nos identifica, nos emociona, cantamos a viva voz estemos donde estemos y nos hace sentir orgullosos de ese pedazo de Colombia que nos vío nacer.

Un bonito detalle del Padre Jesús Aníbal fue haber recordado en la eucaristía la vida sacerdotal de mi hermano Jesús Emiro y nos contó que entre ellos dos, hubo una diosidencia: Nacer el mismo día, un 17 de julio de 1960, Jesús Emiro en la mañana y él en la tarde. ¡Qué casualidad! Fueron las dos últimas vocaciones sacerdotales que haya dado La Playa de Belén.

Después de la eucaristía, nos reunimos en el atrio del parque Ángel Cortés, para el respectivo registro fotográfico como recuerdo del encuentro. En la fotografía se puede evidenciar la felicidad y la alegría desbordante del grupo que decidió cumplir la invitación a fortalecer y estrechar lazos de familiaridad. Una vez lograda la foto, nos desplazamos a la Fundación Cultural y Artística Manuel Benjamín Claro Ovallos, donde todo estaba dispuesto para disfrutar de una jornada de integración al compás de la Banda Municipal “Patatoque”.

Camino a la casona, alguien me preguntó: “¿Cómo se originó la idea del encuentro?” Y después de reordenar mis recuerdos, llegué a descifrar que el punto de partida fue el 12 de diciembre de 2021, cuando decidí crear el grupo de WhatsApp: Sucesión Juan Nepomuceno Claro Bayona. La idea inicial era propiciar el acercamiento de las dos familias conformadas por mi padre con doña Carmela Franco Navarro y doña Rosabel Torrado Claro. En la medida que fui registrando a cada uno de los sobrinos, el número de integrantes se fue aumentado; Sandra Pérez Claro lanzó la idea de organizar un encuentro familiar en La Playa de Belén, un pueblo catalogado como bien de interés nacional e incluido en la red de pueblos patrimonio.

Cierto día Astrid Claro Carrascal, me dijo: “Tío organicemos el encuentro”. Le respondí: Listo sobrina, hagámoslo, pero usted lo lidera y conformamos un comité para apoyarla. Desde ese momento, ella emprendió el proceso de convocatoria y organización de la logística requerida para este tipo de eventos. El entusiasmo de todos los sobrinos fue la clave para cristalizar el encuentro familiar para los días 7 y 8 de enero de 2023.

Bueno y al final, “¿Quiénes fueron los que asistieron al primer encuentro?” —preguntó desde Irlanda mi hermana Eucaris— Le respondí que asistieron por parte de los hermanos Claro Franco: Los hijos de Ramona y Ernesto: Jesús Enrique, William y Lucy, sus nietos: Ervin Pérez, Alonso Lozano, (Daniela, Juan Daniel y Ernesto Alonso Lozano). De Adolfo y Ubalda: (Imelda con sus hijos y nietos, Domingo, Leovigilda, Tarcisio y su esposa —Adriana Méndez A.— Astrid con dos de sus hijos y Wilmar su esposo que entre otras cosas fue el gran animador del evento. En representación de Romelia y Joaquín, solo fue Sandra, su hija Camila y Julián Estrada —su novio—, un paisa muy amable.

De otra parte, los hijos de Hilda María Claro Franco y Noel Barriga: Gloria —su esposo Alberto Quintero—, Astrid, Henry —su esposa Marlen Castro— y sus hijos Yuly Alexandra y Gina Patricia Barriga Poveda y Daniel Felipe Barriga Castro. Es importante resaltar de la familia Barriga Claro, la generosidad y los bellos detalles que nos llevaron a todos. Es más, Gloria en un gesto de generosidad, demostrando su talento y amor por la Casa Paterna “Bella Vista” hizo una bella pintura en acrílico, la cual quería rifarla y de común acuerdo se decidió donarla a la Fundación Artística y Cultural Manuel Benjamín Claro Ovallos.

Los hijos de Ida y Rodolfo: Se hicieron presentes, Ida Luna, Leovigilda con su esposo, —Armando Vergel—, Jaime Alberto, Miriam Jiménez —su esposa— y su hija menor Valentina, Kerly Yulieth y su hija Salomé. El esfuerzo mayor lo hizo la familia Carrascal Claro encabezada por mi querida hermana Graciela Claro Franco, ella a sus 85 años viajó desde Bogotá, acompañada de sus hijos Raúl Hernando, María Alexandra y Claudia Patricia Carrascal Claro, residenciada en Barcelona – España, quien viajó exclusivamente al encuentro. El grupo familiar estaba conformado por nueve participantes, entre ellos Santiago y Salomón, —Hijos de Raúl—, Felipe, Ariana y Samuel, —Hijos de María Alexandra—.

En representación de la familia Claro Torrado, se hicieron presentes Juan Abel acompañado de María Fernanda —su hija—; Ramona Yolima con su hija Karla Gabriela, su esposo Christian Herrera y sus dos hijos Gabriela y Christian Andrés.

Mi familia conformada por Yolanda Prada Gómez —mi esposa— y Juan Pablo y Santiago, —mis hijos—, que desde niños quedaron encantados con la belleza natural del pueblo de sus ancestros y cada vez que lo visitamos, disfrutan como si hubiesen crecido allí. Es más, ya promueven al pueblo entre sus contactos como destino turístico.

Todos los descendientes de Juan Nepomuceno Claro Bayona fueron llegando uno a uno, desde la tarde del 5 de enero. La emoción era evidente y el primer momento para recordar sucedió en la tarde del 6 de enero de 2023, cuando se congregaron Astrid, María Alexandra, Claudia Patricia, Yuly Alexandra y Gina Patricia, y Yolanda Prada Gómez con el fin de organizar todos detalles relacionados con la decoración de la casona. El soporte logístico estuvo a cargo de Jaime Claro Luna y William Pérez Claro. Además, de la complicidad, familiaridad y colaboración de Luz Marina y Elba Luz Claro C., y el apoyo incondicional de Hernando Peñaranda “Nando”. Así se logró convertir el escenario y el corredor de la casona en un lugar mágico donde el encanto de las flores y una exposición de fotografías en blanco y negro de familiares ubicadas en el patio complementaron la decoración. Todo estaba dispuesto para recibir a las familias. ¡La verdad es que demostraron su creatividad para que todo quedara perfecto! Al finalizar la actividad de ese día, recibimos una grata invitación de las hermanas Luz Marina y Elba Luz, a degustar los deliciosos helados de yuca, preparados en casa y reconocidos en la Provincia.

El sábado 7 de enero de 2023, al iniciar el acto de integración en la histórica Casona de la Fundación Artística y Musical Manuel Benjamín Claro Ovallos; la presentadora Karla Gabriela Niño Claro, hace lectura del programa e invita a todos “a disfrutar del momento como la gran familia que somos. Que prevalezca la unidad familiar. Que estos dos días sean de unidad y los aprovechemos para recordar a nuestros ancestros, revivir emociones y sentimientos fraternos. Sin más preámbulos iniciamos con el brindis a cargo de mi tío Mariano”. Les comparto algunos de sus apartes:

 

“Hoy es un día histórico para las familias Claro Franco y Claro Torrado.
Se ha logrado lo que siempre se había anhelado, volver al solar de nuestros ancestros, a celebrar unidos como familia la historia de quienes, con grandes esfuerzos y desvelos, entregaron su vida a trabajar para brindarnos un futuro mejor.

No fue fácil progresar, pero el ímpetu de nuestra estirpe nos hizo visualizar, oportunidades y nuevos horizontes que nos permitieron avanzar.
Unos hermanos se radicaron en Ocaña, Cúcuta, Bogotá, Ibagué, Bucaramanga y en Dublín – Irlanda.

Brindo por mis hermanos mayores: Ramona, Efraín, Adolfo, Romelia, Hilda María, Lorenza, Juan Bautista y Rodolfo que ya descansan en paz. Para ellos una plegaria de amor y fraternidad.

Brindo por las dos hermanas Claro Franco que hoy nos acompañan Leovigilda y Graciela, “Chela” que Dios las bendiga con salud y felicidad.

Brindo por mis hermanos Claro Torrado, que han partido a la eternidad: Bernardo Alonso (Un gran ser humano), Elizabeth (Chabelo una mujer siempre niña) y Jesús Emiro (Cumplió su apostolado como sacerdote). Para ellos mi admiración y respeto.

 Brindo por Juan Abel, Yolima, Eucaris, Cecilia, María Helena y Diomedes, para ellos mi eterna gratitud por acompañar y cuidar a nuestra señora madre Rosabel.

Brindo por todos nosotros, por nuestros valores, por nuestra esencia de origen campesina, por nuestros principios cimentados en el amor y el trabajo, por los sabores de la comida preparada en el fogón de leña, humeante y con esa sazón de la abuela que siempre añoramos volver a probar”.

Y terminé diciendo: Bridemos por nuestra familia. 

 

En aquella tarde de sábado recordamos las anécdotas, frases y dichos de mi padre, un hombre campesino que solo estudió hasta segundo de primaria y hablada con propiedad de temas políticos y de actualidad. Recuerdo cuando decía: “Ala y este soquete ¿qué pensará de la vida?” Siempre tenía una frase para cada situación, era directo, franco e infundía respeto. Cuando necesitaba a uno de los hijos y no recordaba el nombre —como éramos conmigo veinte— decía: “¿Cómo es que se llama este? Necesito a uno de mis hijos: ¡Pistola, sinforóso!” Y llegábamos varios hermanos al mismo tiempo.

 En el conversatorio realizamos un viaje imaginario por la vida de él, personificamos a algunos familiares cercanos a mi padre; tuvimos la compañía de don Francisco José Pérez Arévalo – “Pacho”, un hombre enamorado de la historia de nuestros ancestros y nos compartió información valiosa.

Recordar la vida de mi padre, es evocar su talante, sus frases, sus anécdotas unas reales y otras recreadas. Se dio a conocer en La Playa de Belén como “El Pariente”. Su recuerdo está siempre en nuestros corazones como papá, abuelo, papá Juancho o tío Juancho. Un segundo objetivo del primer encuentro era revivir momentos de su vida, sus frases inolvidables, su estilo quijotesco.

Entre las presentaciones realizadas durante la tarde del sábado, quiero resaltar la participación de Jaime Claro Luna —hijo de Ida Luna y Rodolfo Claro Franco— quien en forma magistral declamó el poema “Bernardo canta en el cielo” del escritor Jesús Alonso Velásquez Claro. Jaime quiso hacer un homenaje a mi hermano por haber sido un hombre trabajador, generoso y ejemplo de superación.

La jornada de integración fue dirigida hábilmente por la psicóloga Camila Santafé Pérez y Julián Estrada, —su novio—, todos participaron y volvieron a jugar como niños en cada una de las actividades propuestas.

Mientras se divertían, yo trataba de buscar un Video Beam para proyectar el video de todas las fotografías aportadas por todos parientes. Este fue un trabajo minucioso liderado por Astrid Claro Carrascal y donado generosamente por Raúl Hernando Carrascal Claro. La verdad es que proyectar el video fue toda una odisea y se logró gracias a la valiosa colaboración de Luz Marina Claro C., Elba Luz Claro C., Doris Claro Ojeda, Sor Claro Ojeda, Fabio Bermúdez y Hernando Peñaranda quienes ayudaron a encontrar la solución definitiva a los problemas que se presentan en este tipo eventos.

Ya superadas las dificultades técnicas y llegada la noche; se procedió a proyectar el video tan esperado; el patio de la casona estaba como en los tiempos del Colegio —organizado como un teatro— El video inició con la música de la época y los veintisiete minutos que duró la proyección, transcurrieron en un silencio expectante, sonrisas tensas y sentimientos encontrados, miradas con ojos llenos de lágrimas que mostraban la nostalgia por aquellos seres queridos que han partido a la casa del Padre Celestial.

La tristeza se mitigó con la comida preparada especialmente para nosotros: Tamal típico, arepa ocañera y chocolate. Un menú sencillo pero delicioso. ¿Qué sigue ahora, tío? Preguntó Henry Barriga Claro, un hombre amable, respetuoso y muy cariñoso.

—Sobrino, ahora viene El Péchi con la rumba vallenata. — Y ¿quién el Péchi?
—Es su primo Ervin Pérez Sánchez, hijo de Jesús Enrique y nieto de su tía Ramona. Él es un excelente intérprete de música vallenata en la Provincia de Ocaña. Espero que nos cumpla, porque en Ocaña aún están en carnavales.

Después de cierta angustia, por fin llegaron los músicos, afinaron instrumentos y siendo las 10:00 de la noche, se inició la rumba; los jóvenes llenaron el patio de la casona, bailaron, saltaron como cauchos haciendo honor al, adagio que dice: “Juventud divino tesoro”, fue tanta la energía quemada y la serotonina generada, que hasta el bolegancho —licor artesanal— de todos los sabores, existentes en las tiendas del pueblo, se agotó. ¿Cómo les parece? Seguramente, los tenderos no pensaron en la visita de los Claro. Una vez terminó la excelente presentación del grupo vallenato, los jóvenes decían a viva voz: “No puede ser, queremos seguir la rumba porque ¡la noche es nuestra!”

Pero todavía faltaba la última actividad de la noche; “La Hora Loca”. De pronto, fuimos sorprendidos con sombreros, corbatas, antifaces, pitos y pulseras de colores atornasolados. En el escenario el paisa Wilmar Iván Cortés Pérez —esposo de mi sobrina Astrid— invitaba a disfrutar de la “Hora Loca”. Era tanto el ruido por la música y la gritería, que llegué a sentir preocupación por los vecinos. Siendo las 12:45 am la música se silenció en la casona.

Fueron dos días maravillosos, sentimos el cariño y el afecto de nuestros familiares playobelemitas. La verdad es que la energía que uno recibe con esos abrazos cálidos, bien apretados y fraternos, se convierte en una sensación de paz y armonía, que aún se siente, después de dos meses. ¡Qué hermosa experiencia es reencontrarse con sobrinos, primos y parientes que otrora compartimos reuniones hasta ver el amanecer!

Todos coincidimos en calificar esos dos días, como un bálsamo revitalizante que brinda paz y fuerza interior, que genera emociones y sentimientos de familiaridad entre primos hermanos, que no se conocían, y el verlos compartiendo como la gran familia que somos, fue gratificante.

El domingo 8 de enero de 2023, fue el día del regreso a la casa paterna. Llegué muy temprano a coordinar a las tres señoras contratadas como auxiliares de cocina, Fanny Ortiz, Yolanda Ortiz y Alba Rosa Claro para preparar el sancocho, con el cual finalizaba el encuentro familiar.

Ya eran las doce y media de la tarde de ese domingo y el sancocho seguía su hervor normal, cuando se me acercó Alberto Quintero y me dijo: “Mariano, acompáñenos a visitar el árbol de doña Hilda”. Le respondí: Con mucho gusto, pariente y de inmediato salimos en grupo. Al llegar, nos organizamos en torno al pequeño árbol “Guayacán”, que se nutre de las cenizas de mi hermana; todos recibimos una pequeña veladora y Alberto Quintero, dirigió la oración por su eterno descanso y dio la palabra a cada uno de los hijos y nietos.

La verdad es que hoy entiendo la magnitud de ese acto de amor filial, que indudablemente muestra lo que significó la vida de mi hermana para cada uno de ellos.

El árbol “in memoriam” se sembró hace poco más de un año, como respuesta a su voluntad de volver al solar de sus padres en cenizas convertida. Fue un momento excepcional, todos sentimos la presencia y la fuerza espiritual de nuestros ancestros. Sí, fueron minutos de inspiración donde surgieron ideas, que motivaron propuestas de fraternidad y unidad familiar. Se escucharon varias voces: “Yo quiero estar aquí”, entre ellas: Marialex dijo: “Yo también quiero ser un árbol como mi tía” La idea es que ese espacio se convierta en un bosque de árboles frondosos con nuestros nombres. De otra parte, acordamos: Preservar la casa paterna y convertirla en una casa museo, para dotarla con el apoyo de todos. Alguien habló de la posibilidad de construir una casa donde cada uno tenga un tiempo determinado para disfrutarla.

El sancocho fue preparado con la sazón típica heredada de mi señora madre e inmenso cariño, aunque se presentó cierta demora. Las tres grandes ollas-indio dispuestas, fueron suficientes para servir generosamente el almuerzo a más 110 comensales de la familia. Además, nunca había preparado un sancocho acompañado de tanta gente y con la Banda Municipal “Patatoque”. Mientras todos esperaban que el sancocho llegara a su punto, nos deleitamos con sus intervenciones musicales.

Esa tarde también tuvimos la grata visita de Jesús Enrique Pérez Claro, primer nieto de mi padre, un hombre prolífico, trabajador y un ser humano entrañable, a sus 82 años todavía está pendiente de sus negocios. —Siempre lo conocimos como Juan Enrique y ahora, en el atardecer de la vida resultó ser Jesús Enrique— La verdad es que por él tenemos inmenso cariño, respeto y gratitud.

Ahora bien, se preguntarán: ¿Se cumplió con el objetivo de acercamiento e integración familiar? En mi concepto, sí. Porque fue un encuentro de fraternidad, de afecto mutuo, de respeto por los mayores y lo más importante demostramos, que sí es posible organizar este tipo eventos en nuestro pueblo y lograr la unidad en torno al recuerdo de papá Juancho. Además, el hecho de haber reunido a 97 familiares de un total aproximado de 354 parientes que conformamos la familia.

Hoy sesenta y cinco días después, cuando estoy escribiendo la crónica prometida, les recuerdo el compromiso adquirido y les reitero que unidos podemos hacer cosas grandes y convertir la casa paterna en la casa de todos, donde podemos sentir la energía de nuestro inolvidable Papá Juancho.

Estoy plenamente convencido de que en el próximo encuentro se triplicará la asistencia, toda vez que, muchos lamentaron no haber asistido y hay muchos sobrinos radicados en diferentes partes del mundo que desean conocer sus raíces y la historia de sus ancestros. Espero que esta crónica logre motivar a la familia dispersa por el mundo, y se decidan a conocer nuestra casa de campo “Bella Vista”. 

lmclaro43@gmail.com
Bucaramanga, marzo de 2023 

 

                                                      IMAGENES DEL PRIMER ENCUENTRO FAMILIAR                                      

Doña Graciela Claro Franco acompañada Claudia Patricia, Raúl Hernando,
María Alexandra y tres nietos.
La familia Barriga Claro y Carrascal Claro expectantes en el brindis
Ramona Yolima con su hija Karla Gabriela Nietos: Gabriela, Christian Andrés y su yerno Christian
Doña Ida Luna de Claro con Armando-yerno, Leovigilda, Kerly, Jaime y Miriam-nuera y
nietas Salomé y Valentina
 Alonso Lozano Pérez y sus hijos: Daniela Paola, Juan Daniel y Ernesto Alonso
La familia Barriga Claro y Carrascal Claro expectantes en el brindis.
La belleza de Sandra Pérez Claro y su linda hija Camila.
Dinámica de integración donde se visualiza la dimensión
de la alegría compartida.              
El pariente presentando a su adorada esposa Yolanda y a sus parienticos
En casa de nuestros parientes y amigos la "Familia Claro Claro", compartiendo y degustando
un delicioso helado de yuca.
El retorno a la casa de Don Juan N. Claro B.
Hijos, nietos, bisnietos, tataranietos, nueras,
yernos y familiares
                       El paisa Wilmar Iván Cortés Pérez listo almorza                        
Ervin Pérez Sánchez cantando en la casa de Papá Juancho.
Disfrutando de la cantata en familia con mis sobrinas del alma y el sobrino político.